08 junio, 2007

Portada

A lva abriov as nvbes

d’vna noite xvbiosa

para ver como o peregrino

abraçado à Gloria

qve dono a sva bandeira

reçaba ante as portas

da Catedral do Bvrgos

Logo, pexovse na sva cela

e, vestindo o morado abito

fixo penitencia asta o amencer

qvando o canto do galo indicov-lhe

qve debvia caminhar cara a Santiago

(Archivo de la Catedral de Burgos

Códice Anónimo, S. XI)

Prólogo

Caminante no hay caminos....
La vida es el viaje más hermoso.
La primera vez que el camino de Juan Bosco –a quien yo llamo cariñosamente Capitán Trueno- se cruzó con el mío, fue hace poco más o menos un año. Tuvo lugar en uno de esos lugares virtuales que salpican la red de redes, tan vituperada por unos y alabada por otros. Desde el principio existió entre ambos afinidad, una forma de ver la vida como algo tan serio, que merece ser disfrutado, en toda la extensión de la palabra, con unas risas y a pecho descubierto. El hecho de que nuestros respectivos “envases” físicos se encuentren separados por cientos de kilómetros no ha sido obstáculo para que entre ambos se haya anudado, poco a poco, un lazo afectivo, una amistad basada en el respeto y cimentada de confianza y sinceridad. 

Así, cuando apeló a ella para pedirme que pusiera prólogo a sus “Cuatro Bicis y un Escocés” no tuve más alternativa que acceder, pese a mi manifiesta inexperiencia en estos asuntos: Por los amigos se intenta lo imposible, y lo meramente difícil se da por hecho. “No te excedas” –me pidió- “No quiero que hables bien de mí”. Pero Juan Bosco no necesita que nadie hable bien de él. Aquellos que lean éstas páginas y acompañen al Capitán Pedales y su tropa en esta etapa de su Camino, comprobarán, a poca atención que pongan, que su calidad humana habla por sí sola en cada una de ellas. Adornarlas con retórica sería estropear con una rebuscada salsa la calidad de la materia prima.

Cuando, mediado Enero, Juan Bosco nos puso al corriente de su intención de hacer el Camino de Santiago, no estuve entre los que consideraron que él y sus compañeros estaban locos. Existen múltiples y variadas razones para hacer la Ruta Jacobea, desde las puramente turísticas hasta las esotéricas, de hecho existen tantas razones como peregrinos, y todas ellas son perfectamente válidas. Ignoro las de sus compañeros de viaje, pero para mí las de Juan Bosco eran absolutamente claras: tarde o temprano hay un momento en la vida en que paramos a mirar nuestras alforjas, y nos preguntamos donde han ido a parar todos aquellos sueños que un día formaron parte de nuestro equipaje. 
Nos invade la sensación de haber derrochado tesoros irrecuperables, que se han caído a través del desgarrón de los NOES: Las rosas cuyo aroma no nos detuvimos a aspirar, los amaneceres que se transformaron en ocasos mientras mirábamos las paredes de la rutina, los libros que no viajamos, los frutos que rechazamos porque estabamos ahítos, las murallas que no nos atrevimos a escalar, las profundidades que nos dio miedo descubrir. Es un momento duro. Una encrucijada de elecciones restringidas, que cada quién resuelve como buenamente puede, puesto que la única cosa imposible es volver atrás. Juan Bosco necesitaba espacio, tiempo y algo que justificara ante sí mismo un paréntesis de introspección. No sabía por qué, pero confiaba en que el Camino le daría la respuesta. Como él, cada uno de sus cuatro compañeros se puso en marcha con un propósito más o menos claro, más o menos disfrazado de ruta turística para ver al Apóstol, pero había alguien mucho más importante esperándoles en ese trayecto: ellos mismos. Y descubrieron que no había otras respuestas que las que llevaban consigo. El Camino solo les enseñó a plantearse las preguntas.

Disfrutarán de la lectura de este Cuaderno de Bitácora. Se sorprenderán sonriendo o riendo abiertamente de cosas que, si las tuvieran que contar –o vivir- ustedes, probablemente no les harían la más mínima gracia. Son páginas llenas de la huella de algo tan imprescindible para enfrentarse a los avatares de la vida como es el sentido del humor, la capacidad de buscar el lado grato de lo ingrato. Escritas en un lenguaje llano, salpimentadas con la fina ironía y el desparpajo característicos de su autor, como acertadamente comenta alguno de los que, como yo, le guardan cariño y aprecio. Las primeras están dedicadas a explicar “como y porqué” y se completan con alguna recomendación para los atrevidos que deseen seguir sus roderas, aunque sea a pie. A partir de ahí, la narración se convierte en una vía de dos carriles: uno detalla lo que se suponía que iban a encontrar y el otro lo que realmente encontraron, su experiencia real, incluida la entrevista del propio Capitán con San Yago, que les recomiendo vivamente, porque no tiene desperdicio.

Cinco hombres emprendieron camino desde Almería a Compostela y, pese a todas las adversidades, remataron su epopeya. 

No sé cual habrá sido la experiencia de sus compañeros, pues Juan Bosco, evitando entrometerse en el “almario” de los demás, no nos lo cuenta. Pero sé, porque me ha brindado esa confianza, que él se ha dado cuenta de que su verdadero Camino no era una ruta ida y vuelta Almería/Santiago, sino que iba mucho más allá. Ha recobrado la senda del viaje verdadero, el que se hace desde el corazón por los paisajes de la vida, apreciando todos y cada uno de sus matices, disfrutando de sus remansos tanto como de su salvaje dureza. 
Sabe ahora que aquello que consideró perdido no lo estaba, sino que formaba parte de su huella vital sobre la tierra. Su zurrón está lleno no sólo de sueños, sino también de realidades y de recuerdos. Apoyado en el báculo de su familia y sus amigos, con la cantimplora a rebosar de agua de cariño, sus pies continuarán transitando con firmeza la ruta de la vida.

A Juan Bosco, y a todos los que, como él, se arriesgan a dar un paso adelante, llueva, truene o relampaguee, no cabe sino desearles lo que, desde hace siglos, se desea a todos los peregrinos: ¡Ultreia, e sus eia!.

... se hace camino al andar.

En Madrid, a 25 de Mayo de 2004.
Sofía Cos.

Los porqués y otras consideraciones.

No estoy muy seguro. Tengo más certeza de porqué no. No fueron motivos religiosos, ni aventureros, ni necesidad de escapar de nada. Pero un día te das cuenta que has cumplido, o vas a cumplir, 50 años y tienes los zurrones del alma casi vacíos, y notas un hueco grande por dentro, un hueco que nada llena; ni tu vida estable y conformista, ni el cariño de los tuyos con ser mucho. Y me sentí alguien extraño en mi mismo, una especie de “vivo sin vivir en mí”.
En particular me ahogaba la sensación de “no hacer........”. A estas alturas del teatro de mi vida, de las cosas que tengo medianamente claras es la de procurar no tener que arrepentirme de cosas que NO he hecho. Nunca más, me dije. Y mirado bien, en lo posible, que no se produjesen “daños colaterales”, firmé conmigo mismo el Tratado de Hasta Aquí Hemos Llegao.

Fue esa sensación la que me echó al Camino. Así que un día me puse a organizar....... lo que me costó dos años. Expuesta la condición en mis Cuarteles de que no podía hacerlo solo, tuve que buscarme el tiempo, los medios, y la compañía. Encontré en mi andadura al peregrino Ángel y quedó prendido en el anzuelo. Lo demás fue más fácil.

Así que, llegados al punto de “no retorno”, ufano y decidido, ahora o nunca, remití a los míos el siguiente anuncio-circular:
“Me hace ilusión consideraros mis amigos. Y esto da pie para que también lo haga el comunicaros lo que sigue: El día 1 de Mayo, salvo catástrofe o calamidad pública, un amigo y yo partimos hacia Burgos para desde allí, y en bicicleta de montaña, hacer el Camino de Santiago, lo cual prevemos en un plazo máximo de diez días (500 kilómetros). Quizás nos acompañe mi hijo menor en un coche de apoyo (ese, todo el deporte que hace es ver el fútbol por la tele), pero está por confirmar. Se admiten ofrendas, subvenciones, limosnas, buenos deseos, estampitas de la Virgen o cualquier otra cosa que nos ayude en el viaje. A cambio prometemos acordarnos de los donantes cuando estemos ante el Apóstol. También se admiten, casi se ruegan, comentarios sobre el proyecto, los cuales guardaremos en una especie de "Emociones desde el Camino" que vamos a confeccionar. La cosa va a coincidir con mi 50 cumpleaños, que tiene cojones la cosa. En fin, más difícil lo tenía Colón y descubrió América, el hijoputa. Que lo sepáis. Besos desde (casi) la línea de salida. Juan Bosco”.

Y estas fueron parte de las contestaciones que recibí, quizás las que más llamaron mi atención, o con las que más me reí:


Estás como una puñetera cabra. A ver, ver, ideas para celebrar tremendo acontecimiento:
1º) Agarras a los colegas, y te pegas una borrachera recordando a los que habéis perdido por el camino.
2º) Agarras a los colegas y la borrachera, y los perdidos que se encuentren solos.
3º) Sales con la legítima a cenar en plan finolis, y después... pos lo que caiga, hasta una borrachera si es necesario.
4º) Te vas a dar un paseito por la montaña, y vuelves deshecho a las dos horas, te pegas un duchazo, y después miras afotos.
Pero... ¿de verdad crees que lo has hecho tan mal durante estos años como para pegarte semejante caminata??????????????????
Antoñita / Lectores de ....... / 15.01.04

Buenos vientos, compadre. 50 con salud, buen humor, y ganas de tirar "palante" le convierten a uno en un chavalillo. Disfrute ese viaje, no pinche, abríguese si hace frío.... ;-DDD. Y a ser posible, a ver si escribe un diario de ruta y nos lo cuelga aquí a la vuelta, que yo también llevo tiempo dándole vueltas a eso de montarme en la bici y no bajarme hasta Santiago, y seguramente no sea el único.
Saludos!
Alejandro el Almogaver / Lectores de ...... / 15.01.04

Hola S:
Ceix recomienda hacer el Camino a pie, y al llegar a Santiago pasarse por el hostal de lo Reyes Católicos. Porque allí, a los diez primeros peregrinos que llegan cada día, les sirven (por la puerta de servicio y en las cocinas de dicho parador sin servicio de camareros - bella lección de humildad peregrina) una comida gratis.
Insisto en que lo hagas a pie. La oración sale mejor, y los pecados se purgan más a fondo. Yo he visto a peregrinos en bicicleta, pero parece más un tour que una peregrinación. Ir a pie es otro ánimo, otra alma, otra charla, otro ritmo, otra voluntad.
Quema la bicicleta y hazlo a pie.
Te deseo un buen camino.
Atentamente suyo:
Ceix, Oficial de Martín Pescador y Peregrino Impostor.
Ceix / El Café ....... / 16.01.04

Hola, S.
Mis padres lo hicieron en 1993 caminando -no todo, desde la distancia suficiente como para que les dieran el jubileo, a unos 300 kilómetros, más o menos-. Anduvieron durante diez o doce días, no recuerdo exactamente, pero te aseguro que cuando fui a la estación a recogerles, ya de vuelta, esperaba verles demacrados y exhaustos. Aunque no: les vi más delgaditos, pero la cara era de felicidad y tenían un brillo en los ojos diferente. Aún hoy, cada vez que les veo me cuentan alguna historia nueva del Camino del 93. Y eso que mis padres no son de misa diaria (ni semanal, vamos, que no van casi nunca) de modo que no sé si cuando pasen a la otra vida les servirá de mucho y se habrán ganado el cielo.
Sí les ha servido, desde luego, para estar unidos, muy unidos el uno al otro. Esta solidez ya la tenían a prueba de bombas, pero estoy convencido de que se reforzó en aquel mayo lluvioso.
Te animo a hacerlo con todas las ganas del mundo. Por cierto, mi padre lo hizo con 52.
Tres Piernas / El Café .... / 16.01.04

A mí no dejas de sorprenderme.
Antes que nada por la edad; cumplir 50 años es una ordinariez; yo cumplo 48 dentro de nada..¡pero 50!, eso ya es tercera edad, qué quieres que te diga.
¿Recuerdas esos 20 añitos? No había amanecer que no te sorprendiera con una erección dura y rotunda.
Se despertaba uno pensando en cualquier cosa menos en un problema; todo era busca y captura de alguna angelical criatura, búsqueda de bares donde hincharse de cervezas, ideas sobre viajecillos...una delicia.
Pero bueno, transcurrido el tiempo............transcurrido el tiempo no se te ocurre otra cosa que irte a Santiago en bicicleta. Tócate el alma.
¿Es que hay lupanares en el camino?, ¿clubes de esos llenos de adorables jóvenes caucasianas? ¿Qué hay en el camino a Santiago?
¿Qué tienen las bicicletas?
Sea como sea, espero que lo pases bien, que no caces alguna enfermedad venérea, que no te me emborraches que tú eres muy tuyo. Y que seas feliz.
Francisco Delicado / El Café .... / 16.01.04

Yo no sabría decirle, qué ha hecho usted con los últimos 20 ó 30 años de su vida. Quizá una buceada por los viejos álbumes de fotos o los papelillos que un día fueron importantes y que hoy al encontrarlos en una caja olvidada miramos con una sonrisa de añoranza, le dé una pista.
Sí puedo decirle lo que ha hecho en el último año que (creo) llevamos compartiendo foros: repartir sonrisas. Pocos como usted mantienen el tipo tanto y tan alto. Se mueve con envidiable habilidad entre las dos parcelas que se ha reservado, la de S y la de T, entre la ironía más fina, la que casi no se nota, y la inocencia más descarnada, pilares básicos del que sigue buscando, del que no se acomoda. He disfrutado como un enano con sus intervenciones, sus ocurrencias y el desparpajo que nos regala.
Tengo que decirle que es usted una de las personas más positivas que he dado en conocer en este lugar. Y vale ya de baboseo que empiezo a notar como un sarpullido en ciertos lugares.
Y le felicito por esos 50 tan bien llevados. Y que el camino de Santiago, la proeza de 500 Km. en bicicleta le respeten lo más posible sus preciadas partes (espero que esté usted entrenado, le aviso que el sillín de una bici de montaña 4 ó 5 horas al día puede provocar que tenga usted que comer de pie un mes seguido y de sexo ni hablamos) .
Explorador / El Café ... / 16.01.04 / Va, Tosca! Nel tuo cuor s'annida Scarpia!...

50 años, NO es nada. Toda la vida por delante. Letrado, recuérdeme que le sacuda un par de yoyas... Puede ser una ordinariez cumplirlos, pero sería una pena no hacerlo, lo sepa listillo. Sire, no lo dude, 50 años son sólo 50 años. El día 31 tendrá usted una felicitación como se merece. Bienvenido a la década prodigiosa.
Carmela / El Café .... / 16.01.04 /

La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor les consuela de lo que son.

Querido, me ha dado un alegrón de los gordos, de verdad de la buena, 50 años... quien los pillara! jejejejeeeeeee es broma, yo ya pasé la barrerita del 5, poco pasada pero pasada, se me entiende no? y le aseguro que es... a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e- emocionante sentirse en "plena efervescencia" y encima te puedes permitir el lujo de hacerle a la gente, si, si... dejarlos con un palmo de narices pues muchos piensan que... casi, casi, a esta edad, pasas la barrera "peligrosa" ¡y una mierda! la barrera, muchos y muchas, la tienen en la azotea y como no están "entrenados" no tienen NPI de como saltarla.
Pues eso, me encantará imaginarme que todo un señor farero le da al pedal paseando su entusiasmo y su cuerpo serrano por el caminito de Santiago.
Hummmm sabe que le digo, que me da envidia, con lo que me gusta la bici a mi... me encanta pasearme con ella entre bosques y paisajes con el viento dándote en la cara y el silencio de compañía.
Ande dígame, ¿desde donde iniciará el recorrido?
Que tenga buen viaje, que tenga mucha suerte, que tenga buen tiempo, que encuentre buenos compañeros, que llegue felizmente a su destino y si ha de pedirle algo al santo... (no creo mucho en estas cosas pero si es gratis... ¿es gratis?) pídale que todo quisqui al cumplir los 50 tacos pueda tener la fuerza, la alegría, el entusiasmo, el sentido del humor y el positivismo que desprende usted, me apunto con entusiasmo a la opinión de Explorador multiplíquela por dos o tres o cuatro... porque es una verdad tan grandota como el templo que acoge a San Yago. Me permite que le envíe un beso muy gordote?
Juas! vaya piernas debe lucir usted, senderismo, bici y bermudas!!!!!!.......la mare del tano!.
Embolic / El Café-.... / 16.01.04

Hace más de treinta años llegó a mi familia un chico muy guapo que se hizo novio de mi hermana mayor y que, con el paso de los años, fue para mí el hermano que nunca tuve. Siempre ha sido una mente inquieta, buen estudiante, con muchas ganas de aprender (recuerdo los tiempos en los que le apasionaba la fotografía), muy deportista, fútbol, tenis... y ahora sus aventuras en bicicleta, con sus anécdotas que tanto me hacen reír. He de decir, en honor a la verdad, que a veces es un poco "pella", aunque también he de reconocer que, le diga lo que le diga, nunca se enfada, eso es por su nobleza y porque sabe muy bien quienes le queremos.
¡Y ahora me vienes con que te vas de peregrino! No tengo dudas de que esta empresa en la que te embarcas llegara a buen puerto, estoy segura y deseo que el camino sea una vereda de aprendizaje interior para ti y tu compañero de fatigas, espero que tengas, eso si , muchas anécdotas que contarnos cuando vuelvas porque tus historietas me encantan.
Y cuando por fin te pongas delante del Apóstol ( o detrás ) le pides que nos tenga a todos con salud, que al fin es lo mas importante. Aunque se que tu eres muy de la Virgen te voy a mandar una estampita de Jesús muy bonita que pa este caso te va a venir mejor porque este tiene más mano con el Jefe de arriba.
En fin Juanico que te admiro, te respeto, te quiero y lo único que te envidio es no poder escribir como tu, no dejes de hacerlo nunca. ¡ Ah! y que sepas que cuando miras pa tras, tu vida esta llena de muchas cositas.
P.D.- Llévate al viaje calzoncillos de slip por favor, no vayamos a "tene poblemas".
¡TAS HECHO UN CHAVAL!
Morose / e-mail / 16.01.04

Te llenaría la mochila de sonrisas animosas, para que cada vez que hagas un alto en el camino, pudieses coger una y pintarla en tu rostro. Te poblaría el camino de manos amistosas que puedan ayudarte cuando lo necesites. Te llenaría los días de mañanas cálidas y tardes soleadas para que el buen tiempo acompañase tu recorrido. Te animaría los ojos con imágenes bonitas para hacerte más llevadero el viaje. Te llenaría los días de amaneceres gloriosos que entonen tu alma y tu espíritu. Te poblaría los campos de amigos sinceros que te animen cuando flaquees. Te llenaría el aire de besos ligeros que te acompañen en los momentos más duros. Te cubriría de abrazos en cada parada si supiese que eso te daba alas. Te mandaría flores a cada lugar para decirte que estas acompañado.
Haría el camino contigo, caminando a tu lado, solo por acompañarte.
Buen viento querido amigo. Buen camino.
Mireille / El Café.... / un día de últimos de Abril.



Así que con esta y otras historias, el corazón en bandolera que cantara Adamo, organizamos el tinglao que más adelante les iré contando, cucharada a cucharada, para que no se indigesten.
Esta historia es una historia compartida. Ya les he hablado del peregrino Ángel, un compañero de trabajo a quien debo agradecer que fuera el soporte que permitió apoyar los varales que sujetaron la aventura. Él fue quien sumó a la película al peregrino Martínez y al peregrino Carmona, que completaron el cuarteto del Capitán Pedales, y con estos nombres me referiré a ellos, en parte porque quiero preservar su anonimato, en parte porque mis emociones son personales e intransferibles y no necesariamente tienen que identificarse con las de ellos.

Ya sólo nos faltaba encontrar alguien que condujera el coche de apoyo que nos acompañaría en el Camino. No fue fácil. Mis hijos dieron la “espantá”, como buenos seguidores de la Fiesta y del maestro Curro Romero. Mi Princesa titular ya me tiene dicho que a ella, aventuras, las mínimas, y que me diera por satisfecho con que firmara el visado para marcharme a hacer el indio dos semanas, cosa que es el momento de agradecerle en lo que vale. 

El asunto se puso difícil, tiramos las redes y no pescábamos al incauto. Ya pensábamos poner un anuncio en la radio local, ofreciendo gastos pagados, indulgencia plenaria y la salvación eterna para el valiente cuando Maite, profe de inglés, la media naranja de mi hijo Víctor, me llamó alborozada uno de los primeros días de Abril, sobre la hora del Ángelus, para decirme que tenía al pardillo, dicho sea con todo el cariño posible y el respeto que luego se ganaría. 

El “pardillo” era John, al que desde ahora me referiré como El Escocés, por las mismas razones que expliqué para el resto de los peregrinos. Y es verdad que es escocés. Maite le daba clases de español y resultó ser un jubilado llegado a España en busca del sol. Y para sol, Almería. No lo encontrarán mejor en ningún lado, ni en tanta cantidad. El hombre se encontraba un poco aburrido y halló una buena ocasión para conocer el norte de España, practicar su español y de paso fardar un poco ante sus compatriotas, muy dados al turismo de tumbona y paseíto corto. Como su nivel de castellano era y es aceptable, siempre que se le hable despacio y se excluyan andalucismos, no hubo mayores impedimentos. 
Al principio puso algunas pegas respecto del remolque que tendríamos que arrastrar; dudaba el hombre de su pericia en el manejo pero, qué remedio, nosotros le hicimos ver que lo mismo eran cuatro ruedas que ocho y que lo que no mata engorda. Así que, cuatro cafés previos para ponerle en antecedentes y en la pantalla de nuestro cine ya estaban apareciendo los titulares.

Una última cosa, y no por ello menos importante, esto es una crónica novelada y no un diario, aunque tenga la forma de este último. Quiero con ello advertir al lector que no todos los sentimientos del peregrino están aquí. Las confesiones, al confesor. Algunas emociones las dejé a los pies del Tío Santiago, y otras están tan dentro de mí que es imposible dejarlas en estos papeles. Cualquiera de mis compañeros, estoy seguro, lo hubiera escrito de forma distinta.

Que les sea leve.
.
De izquierda a derecha y de arriba abajo: El peregrino Carmona, el capitán Pedales, El Escocés, peregrino Ángel y peregrino Mártinez.- Es el 1º de Mayo de 2004, en el momento de la salida.

Lo que debíamos saber y lo que terminamos sabiendo.

Antes de emprender el Camino tuvimos tiempo y ganas de documentarnos convenientemente. De las bibliotecas y de internet obtuvimos información para aburrir. Por tener, incluso tuvimos el testimonio de gente que ya había hecho el Camino. La mejor información, no obstante, es la que se te va pegando a la piel cada día de andadura. No encontrarás ninguna como esa. Y lo que sigue es un resumen.

La Credencial la obtuvimos en el propio albergue de Burgos, lugar donde iniciamos el Camino. Nada complicado, nada difícil. Hay que sellarla, como mínimo, en todos los lugares donde se pernocte. Nosotros lo hicimos además en los Cuarteles de la Guardia Civil que encontramos en el Camino y en todos los establecimientos que tenían el sello a mano y vinieron a cuenta. El Escocés, por ejemplo, selló la suya en todos los bares que encontró en la ruta y tenían sello, y fueron bastantes.

Llegados a Santiago tampoco tuvimos pegas en obtener la Compostela. Esto te lo hacen en la Oficina del Peregrino, que queda en una calle ubicada en los aledaños de la Catedral. La atienden unas señoritas y la extienden tras examinar la Credencial. Cada peregrino debe ir con la suya, no se puede delegar en nadie. En la fecha en que nosotros llegamos, 10 de Mayo, no había mucha gente y en diez minutos teníamos la Compostela en la mano.

También es el momento de decir que cuanto más te acercas a Santiago, más difícil es obtener sitio en los albergues, sobre todo para los ciclistas, por detrás de los zapatistas a la hora de adjudicarse un camastro. En algunos albergues, hasta más de las siete de la tarde no admiten a ciclistas. Lo de la preparación es otro cantar. Aquí podríamos decir aquello de “A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”. O sea, que cada uno es muy suyo. En el Camino te encuentras desde verdaderos profesionales de la bici y del zapato, hasta auténticos piltrafillas que se las ven y se las desean para avanzar. Previsiones, las que cada uno se haga. Yo no me atrevo a aconsejar a nadie sobre el tema. Donde si voy a meter mano es en lo del equipamiento. Imprescindible, number one de la lista de los 40 Principales, el saco de dormir. En los albergues hay colchones y hasta almohadas (le puedes poner como funda una camiseta tuya), pero no hay sábanas, ni mantas, o sea, que tu saco es tu vida. El papel higiénico no me hizo falta, pero sigo pensando que no está de más llevar al menos un rollo.

Muy conveniente llevar tapones para los oídos. La noche en un albergue puede ser una sinfonía de ronquidos. Los tapones se pueden complementar con unos comprimidos de Valeriana. También ayuda llevar una pequeña radio con auriculares. Yo me quedaba dormido cada noche escuchando música en Kiss.fm. Conviene que aclare, no obstante, que hay lugares a los que no llegan las ondas de radio ni las coberturas de móviles. En esos casos prueba a contar ovejitas, o sueñas con tu Princesa. Todas estas cosas, y el cansancio, siempre el cansancio, son mano de santo para dormir como un bendito. Yo, ya me conocen, probé incluso dormir con las respectivas hospitaleras, pero no coló en ningún caso. Si hubiera colado, tampoco se los hubiera contado, pillastres. De todas todas necesario un gorro polar o una gorra para el sol. En mi caso, el casco de mi bici hizo el Camino colgado en el manillar. El frío pudo más que la prudencia y siempre el gorro estuvo sobre mi cabeza.

También resulta imprescindible poner en la mochila una buena dosis de paciencia, buen humor y espíritu de supervivencia. Hacer el Camino NO ES HACER TURISMO, eso les va a quedar claro a las primeras de cambio. Por cierto, en todos los albergues hay unos cartelitos que rezan: EL TURISTA EXIGE, EL PEREGRINO AGRADECE. Si vas muy castigado, como es nuestro caso, el slogan no deja de tener cierto tinte de humor negro y mucho, mucho, morbo.
.

El viaje de ida.

Sábado, 1º de Mayo de 2004

Setecientos cincuenta kilómetros, pocos más pocos menos, separan El Cabo de Gata de Burgos. No son muchos tenido en cuenta el acopio de ilusiones, expectativas y apoyos que llevábamos en las mochilas. Por fin había llegado el día y, como suele, el 1 de Mayo amaneció primaveral en Almería. 
Como las bicis las habíamos acomodado en el remolque la tarde anterior, esa mañana sólo tuvimos que añadir los sacos de dormir y el poco equipaje que habíamos decidido llevar. Así que a las 7’30 de la mañana, nuestro flamante BMW 530, propiedad del peregrino Martínez, arrastrando un remolque con las cabalgaduras, enfiló la autovía del Mediterráneo camino de tierras del Cid. ¡Alea jacta est! que dijo el romano, y las tierras del sur fueron quedando atrás. 

Paramos a desayunar en la Venta El Peretón, cerca de Murcia. Poca cosa porque el grupo tenía prisa por sobrepasar el inhóspito Madrid. La cosa empezó a torcerse a la altura de Albacete. El cielo andaluz, tan azul, se fue cubriendo de nubes cada vez más compactas y no tardó en empezar a llover. Ya no volveríamos a ver el sol en muchos días. 
Serían las 15’00 horas cuando, ya rebasado Madrid, decidimos parar a comer en el puerto de Somosierra. Al aparcar frente al restaurante La Conce, ya no llovía, nevaba descaradamente. Joder, pensó el Capitán Pedales, la primera en la frente. El restaurante, pequeño, estaba lleno y tuvimos que esperar una media hora para que nos dieran una mesa. Las dos señoras que nos sirvieron la comida pasaban, ab imo pectore, la edad de la jubilación, lo que nos hizo pensar que aquello era un negocio familiar. Las dos eran muy simpáticas y una de ellas debió ser extremadamente guapa en su juventud. ¡Que cojones!, aún era guapa, muy guapa. Cuando yo sea mayor quisiera ser como ella, salvando las distancias, claro. 

Nos dimos de morros con Burgos sobre las 6 de la tarde. Seguía lloviendo y no sabíamos muy bien por donde quedaba el albergue de peregrinos. Preguntamos a unos cuantos lugareños pero los burgaleses no son un dechado de orientación o, también pudiera ser, nosotros nos perdemos en el pasillo de casa. La cuestión es que dimos unas cuantas vueltas de más hasta dar con El Parral, una especie de parque donde se asienta el albergue. En su recinto no podíamos entrar ni el coche ni el remolque, y a mis colegas no les hacia mucha gracia dejar las bicis expuestas a la codicia ajena, pues si bien mi bici-peregrina es humilde como mi persona, alguna de sus acompañantes eran de auténtico diseño. Así que tuvimos que dar unas cuantas vueltas más (por si habían sido pocas) para dar con un aparcamiento vigilado. 
A estas alturas ya nos habíamos mojado convenientemente y nuestros pies y zapatos empezaban a presentar un lamentable estado. 

Visita a la Catedral, encuentros inenarrables, el umbral de la Gloria, frío que te cagas, ¡Dios!, cuando va a parar de llover........ y vuelta al albergue donde, dicho llanamente, no pegamos un ojo. Aún no habíamos llegado y ya tenía mi culo sobre el sillín de la peregrina.
Aquello era el 2 de Mayo.

Primer día > Burgos a Itero del Castillo > 73 kms.

Domingo, 02 de Mayo de 2004

camino8
Camino de Castrojeriz. No habíamos empezado y ya estábamos perdidos.

Después de llover durante toda la noche, amaneció seco pero amenazante. Eso sí, el frío era el mismo; un grado sobre cero. Con motivos se fue El Mío Cid de aquí. Lo suyo con Alfonso, en Santa Gadea, debió ser sólo un paripé para quitarse de en medio e irse a las playas de Denia. Un tío majo el Campeador, y espabilao. No hice ni ademán de colocarme el bici-casco. Me encasqueté mi gorro polar, tan querido, y pospuse la cita con Doña Prudencia para mejor ocasión. Podría morir aplastado, pero prefería morir con las orejas calientes.

Ya debo decir, sin otras dilaciones, que el camino del ciclista no siempre coincide con el del zapatista, y en nuestro particular caso, y dadas las condiciones climatológicas, más bien casi nunca.
Bueno, pues salimos camino de Villalbilla bien tempranito... sobre las 8’30, y paramos a desayunar -lo que pudimos- en Tardajos. Un poco más allá de este pueblecito, intrépidos exploradores nosotros, nos volvimos a perder. Al llegar al cruce con Rabé de la Calzada -un prodigio de señalización oiga usté- tomamos la ruta equivocada y le añadimos, pa chulos nosotros, unos quince kilómetros más a la etapa. En las inmediaciones de Hornillos del Camino nos encontramos con otro grupo de cicleros, cuasi profesionales, que siguieron el Camino ortodoxo, pero resultó que se encontraba cubierto de barro y venían del ídem hasta las pestañas. Al contemplarlos en tan lastimoso estado, ciclos y cicleros, dimos gracias al tío Santiago por habernos confundido. Tal era la cantidad de barro que tenían las bicicletas de los ortodoxos, que los peregrinos de a pie avanzaban más rápido que ellos.

Estudiada la situación y dado que el Camino desde Hornillos a Hontanas continuaba con el firme de tierra, y por tanto con barro, decidimos, tras consultar con algunos lugareños, evitar el barrizal y dar un “pequeño” rodeo. Así pues enfilamos hacia Estepar y le añadimos, como quien no quiere la cosa, 10 kilometrillos más a la faena. No contábamos con las cuestas que la ruta alternativa escondía, sobre todo la de Iglesias. Para mí, ciclista de llano y vacacional, la cosa se puso francamente jodida y a la altura de Hontanas mi persona ya no era persona; avanzaba sobre la bicicleta con el piloto automático enchufao. Sencillamente espectaculares las ruinas del monasterio de San Antón, sobre la misma carretera. El no llevar la cámara sobre la bicicleta me impidió fotografiarlas pero, qué quieren ustedes, ya no podía con mi alma.

A la entrada de Castrojeriz, mordió el polvo, de la forma más ridícula posible, el peregrino Carmona. Una inoportuna llamada a su móvil le hizo perder el control de la bici y saltó, sin ninguna elegancia por cierto, por encima del manillar. El costalazo que se dió fue de dibujos animados y el resultado..... el brazo izquierdo inutilizado.

Como pudimos llegamos al albergue de Castrojeriz. En los dos la misma respuesta: No hay sitio para los ciclistas. En el segundo de ellos nos remitieron a Itero del Castillo, a unos 8 kilómetros, donde nos aseguraron que podríamos pernoctar así que....... unos cuantos kilómetros más. Para ser el primer día, íbamos servidos.


camino3
Boadilla del Camino. Para mí, el albergue más original de los que encontramos.

Itero del Castillo es una aldeita donde se pueden contar por las noches, antes de acostarse, para ver si están todos. El albergue se encuentra en el Ayuntamiento y fue todo para nosotros cinco. La hospitalera, Ascensión, un encanto de mujer. Su marido murió hace un año, sus hijos marcharon buscando lo que el pueblo es imposible que les dé, y ella resiste abandonar lo que ha sido su vida; así que entretiene su tiempo haciendo de hospitalera y jugando la partida de cartas, cada día a la hora de la siesta, con sus amigas del pueblo.
Por su parte, Daniel, el sacristán, nos enseñó primero su bodega, donde nos invitó a unos vinos de la tierra que yo malamente pude trasegar. Luego la iglesia, tras dejarnos claro que la misma era del pueblo y no de los curas, y que tenía siete altares, cosa inaudita por aquellas tierras.

El peregrino Carmona pasó la noche en un grito. Tales eran los dolores de su brazo que nada más amanecer tomó el único autobús que pasa al día por el pueblo y que le regresó a Burgos para, desde allí, tomar rumbo Madrid-Almería. Ya sólo quedábamos tres bicis y un escocés. A fe mía que la aventura comenzaba torcida.


-¡Ay, Santiago, que se te está viendo el plumero!, exclamó el Capitán Pedales.


camino7
La amabilidad en forma de mujer: Ascensión, hospitalera de Itero del Castillo.

Segundo día > Itero del Castillo a Calzadilla de la Cueza > 56 kms.

Lunes, 03 de Mayo de 2004

Salimos de Itero del Castillo sobre las 9’30 de la mañana. El cielo estaba muy nublado, amenazando lluvia, y los 4º grados que marcaba el termómetro, para nuestros andaluces cuerpos, no eran precisamente un sinónimo de día primaveral. 
Antes de salir del albergue dejé un mensajillo en el Libro de Visitas, protocolo que luego repetí en los albergues de León, San Javier de Astorga y Ponferrada, circunstancia que hago ahora constar por si el curioso Peregrino que siga mis pasos tiene la osadía de rebuscar y leer. Ya sabe, fechas entre el 2 y el 8 de Mayo 2004. 

En el tramo que separa Itero de Boadilla del Camino la carretera se empina y nos dió tiempo a calentar las piernas. Paramos en el albergue de Boadilla para desayunar. Un albergue de los más originales del Camino, cuidado y coqueto, con un estupendo grupo escultórico en su jardín...... pero sólo para zapatistas.
Tras dar buena cuenta de un desayuno compuesto por café y tostadas de pan con aceite y ajo, menjunje que me tiene prohibido mi dama, pero al que acostumbré al grupo, tomamos rumbo a Fromista. El cielo se había ido despejando y, en lo cálido, casi terminó por ser un día de Mayo. Pero el tío Santiago, que alguien me ha susurrado hoy era un “matamoros”, no debía estar por la labor y para que no estuviéramos solos nos envió un considerable viento del norte que nos hizo la etapa un suplicio hasta el final.


En la travesía de Fromista encontramos un grupo de zapatistas suecas que habían tenido una baja por lesión en la rótula de una de las chicas. La lesionada, de nombre impronunciable para un tipo del sur, se encontraba sentada en la terraza de una cafetería y con cara de pocos amigos. Les deseamos suerte y seguimos nuestro camino. También nosotros éramos uno menos. Ahora semejábamos los tres mosqueteros, las tres Gracias, el trío La, La, La. 

Antes de abandonar el pueblo pasamos por la sucursal de nuestra empresa y pusimos un correo electrónico a nuestros Cuarteles. Al menos que supieran por donde andábamos. La misma operación repetimos en Carrión de los Condes, pueblo que me pareció bastante majo arreglado a lo que se estila por la región. Aquí tuvimos que buscar una tienda de deportes donde el peregrino Martínez se agenció un gorro polar y unos guantes de paño, pues con el bici-casco y los bici-guantes estaba pasando más frío que Amundsen en el polo Sur. La chica de la tienda, se llamaba Araceli y estaba de toma pan y moja. Jo, ni en plan peregrino se me escapan a mí estos detalles. Que cruz, Dios mío.

Entre Carrión y Calzadilla de la Cueza se extiende un camino de tierra, ancho y llano, que de no haber sido por el viento hubiera sido una gozada hacer. En sus últimos kilómetros, ya con más hambre que Carpanta, se nos hizo interminable. El pueblo no aparecía nunca y el viento no cesaba. Por fin, loado sea el cielo, divisamos una torre que resultó ser la del cementerio y, junto al cementerio, el pueblo. Justo cuando paraba frente a la puerta del albergue, bastante humilde por cierto, pinchó la rueda delantera de mi bici-peregrina. Si eso me llega a ocurrir media hora antes, en pleno páramo, me da algo. Eran las 14’30 horas. Tiramos las bicis en el patio del albergue y salimos disparaos para comer en el único bar-hotel-restaurante del pueblo. 
Mi menú consistió en macarrones, filete de cerdo con patatas y arroz con leche. Ah, y cantidades industriales de cerveza. En desagravio.

Tras la comida, ducha y siesta rápida. Mientras yo la dormía -que malas costumbres tiene uno- el peregrino Martínez y el peregrino Ángel arreglaron el pinchazo de mi Peregrina al tiempo que le daban un repasillo a las suyas. El resto de la tarde los pase pergeñando estos apuntes y haciendo “ejercicios espirituales”, nada interesante que contar.

Parece el momento oportuno de deciros que, en todos los albergues que visitamos, los aseos son unisex. Esto quiere decir que te puedes encontrar desde una chica en bragas y sujetador, circunstancia que sin duda te eleva el espíritu, fortalece el ánimo y ensancha el corazón y.......... lo que ustedes quieran, a Tarzán o a la madre Teresa de Calcuta. Hay pues que tener el alma preparada para cualqui
er cosa. 

El 3 de Mayo se moría en un pueblo palentino. No serian las 10 de la noche cuando ya me encontraba enfundado en mi saco y pasando lista al ritual; oír Kiss.fm, soñar con mi dama, contar ovejitas, y tratar de olvidar lo que me dolían las piernas. El plan para mañana era acabar en Mansilla de las Mulas si al tío Santiago le venía bien; que no le vino.




Arriba) Tierras de Revenga de Campos. Días de viento que al peregrino este, del rostro duro, no le molestaba lo más mínimo. Ya sólo éramos tres.
Abajo) Albergue de Calzadilla de la Cueza, humilde donde los haya. Si no sonrío es porque el frío no me deja.