08 junio, 2007

Segundo día > Itero del Castillo a Calzadilla de la Cueza > 56 kms.

Lunes, 03 de Mayo de 2004

Salimos de Itero del Castillo sobre las 9’30 de la mañana. El cielo estaba muy nublado, amenazando lluvia, y los 4º grados que marcaba el termómetro, para nuestros andaluces cuerpos, no eran precisamente un sinónimo de día primaveral. 
Antes de salir del albergue dejé un mensajillo en el Libro de Visitas, protocolo que luego repetí en los albergues de León, San Javier de Astorga y Ponferrada, circunstancia que hago ahora constar por si el curioso Peregrino que siga mis pasos tiene la osadía de rebuscar y leer. Ya sabe, fechas entre el 2 y el 8 de Mayo 2004. 

En el tramo que separa Itero de Boadilla del Camino la carretera se empina y nos dió tiempo a calentar las piernas. Paramos en el albergue de Boadilla para desayunar. Un albergue de los más originales del Camino, cuidado y coqueto, con un estupendo grupo escultórico en su jardín...... pero sólo para zapatistas.
Tras dar buena cuenta de un desayuno compuesto por café y tostadas de pan con aceite y ajo, menjunje que me tiene prohibido mi dama, pero al que acostumbré al grupo, tomamos rumbo a Fromista. El cielo se había ido despejando y, en lo cálido, casi terminó por ser un día de Mayo. Pero el tío Santiago, que alguien me ha susurrado hoy era un “matamoros”, no debía estar por la labor y para que no estuviéramos solos nos envió un considerable viento del norte que nos hizo la etapa un suplicio hasta el final.


En la travesía de Fromista encontramos un grupo de zapatistas suecas que habían tenido una baja por lesión en la rótula de una de las chicas. La lesionada, de nombre impronunciable para un tipo del sur, se encontraba sentada en la terraza de una cafetería y con cara de pocos amigos. Les deseamos suerte y seguimos nuestro camino. También nosotros éramos uno menos. Ahora semejábamos los tres mosqueteros, las tres Gracias, el trío La, La, La. 

Antes de abandonar el pueblo pasamos por la sucursal de nuestra empresa y pusimos un correo electrónico a nuestros Cuarteles. Al menos que supieran por donde andábamos. La misma operación repetimos en Carrión de los Condes, pueblo que me pareció bastante majo arreglado a lo que se estila por la región. Aquí tuvimos que buscar una tienda de deportes donde el peregrino Martínez se agenció un gorro polar y unos guantes de paño, pues con el bici-casco y los bici-guantes estaba pasando más frío que Amundsen en el polo Sur. La chica de la tienda, se llamaba Araceli y estaba de toma pan y moja. Jo, ni en plan peregrino se me escapan a mí estos detalles. Que cruz, Dios mío.

Entre Carrión y Calzadilla de la Cueza se extiende un camino de tierra, ancho y llano, que de no haber sido por el viento hubiera sido una gozada hacer. En sus últimos kilómetros, ya con más hambre que Carpanta, se nos hizo interminable. El pueblo no aparecía nunca y el viento no cesaba. Por fin, loado sea el cielo, divisamos una torre que resultó ser la del cementerio y, junto al cementerio, el pueblo. Justo cuando paraba frente a la puerta del albergue, bastante humilde por cierto, pinchó la rueda delantera de mi bici-peregrina. Si eso me llega a ocurrir media hora antes, en pleno páramo, me da algo. Eran las 14’30 horas. Tiramos las bicis en el patio del albergue y salimos disparaos para comer en el único bar-hotel-restaurante del pueblo. 
Mi menú consistió en macarrones, filete de cerdo con patatas y arroz con leche. Ah, y cantidades industriales de cerveza. En desagravio.

Tras la comida, ducha y siesta rápida. Mientras yo la dormía -que malas costumbres tiene uno- el peregrino Martínez y el peregrino Ángel arreglaron el pinchazo de mi Peregrina al tiempo que le daban un repasillo a las suyas. El resto de la tarde los pase pergeñando estos apuntes y haciendo “ejercicios espirituales”, nada interesante que contar.

Parece el momento oportuno de deciros que, en todos los albergues que visitamos, los aseos son unisex. Esto quiere decir que te puedes encontrar desde una chica en bragas y sujetador, circunstancia que sin duda te eleva el espíritu, fortalece el ánimo y ensancha el corazón y.......... lo que ustedes quieran, a Tarzán o a la madre Teresa de Calcuta. Hay pues que tener el alma preparada para cualqui
er cosa. 

El 3 de Mayo se moría en un pueblo palentino. No serian las 10 de la noche cuando ya me encontraba enfundado en mi saco y pasando lista al ritual; oír Kiss.fm, soñar con mi dama, contar ovejitas, y tratar de olvidar lo que me dolían las piernas. El plan para mañana era acabar en Mansilla de las Mulas si al tío Santiago le venía bien; que no le vino.




Arriba) Tierras de Revenga de Campos. Días de viento que al peregrino este, del rostro duro, no le molestaba lo más mínimo. Ya sólo éramos tres.
Abajo) Albergue de Calzadilla de la Cueza, humilde donde los haya. Si no sonrío es porque el frío no me deja.

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